Madeira es el destino ideal para unas vacaciones de playa. Meted en la maleta una toalla, un traje de baño, poneos las gafas de sol y las chanclas y preparaos para las aguas del Atlántico.
La isla tiene playas de arena, de piedras o de rocas. Normalmente las de arena son artificiales, construidas por el hombre. Esto se debe a la morfología de la isla y a su origen volcánico.
Donde la conformidad de la costa era rocosa, se han extraído piscinas naturales para facilitar el acceso al mar; estas “piscinas” se encuentran principalmente en los alrededores de Funchal y Caniço: algunas son propiedad del municipio al que pertenecen, otras en cambio, pertenecen a hoteles de lujo con vistas al mar.
La mayoría de las playas están equipadas, con establecimientos balnearios que ofrecen tumbonas y sombrillas, cabinas y duchas, así como servicios de restauración.
La falta de playas naturales en Madeira podría considerarse una desventaja para la isla. Pero en realidad ha sido un punto fuerte para conseguir preservar un encanto tradicional, protegiendo la isla del asalto del turismo de masas.
Cerca de Funchal hay dos playas que vale la pena visitar: Clube Naval do Funchal y Ponta Gorda. Se trata de dos complejos totalmente equipados a los que se accede libremente.
Hacia Camara de Lobos se encuentra la Praia Formosa, una playa de piedras. Cerca de la parte antigua de Funchal, en cambio, al final de Avendita do Mar está la Praia da Barreirinha, una playa equipada con restaurantes frente al mar, establecimientos con duchas y vestuarios privados, frecuentada a menudo por los isleños.
La playa de arena en Calheta ha sido extraída artificialmente por el hombre. Calheta se encuentra en la costa oeste y es una localidad donde el tiempo es casi siempre favorable. El complejo cuenta con dos trozos de playa dorada, con arena importada en gran parte de Marruecos y Portugal.
Hoy en día es una playa muy segura, frecuentada por familias con niños, y existe la posibilidad de alquilar sombrillas y tumbonas. Para llegar a la playa es necesario alquilar un coche, ya que no hay transporte público que cubra el trayecto.
En el punto más oriental de la isla hay una hermosa playa de arena negra, Prainha. Se accede bajando por un sendero, pero tened cuidado porque volver a subirlo es un poco complicado.
Se trata de una playa de unos 200 metros, cerca del pueblo pesquero de Caniçal. Es bastante tranquila y generalmente no está muy concurrida. El mar está un poco agitado, por lo que es aconsejable bañarse sólo si sois nadadores expertos.
Otra playa de esta zona es la de Machico, el segundo centro urbano más grande de toda Madeira. Es una playa conocida por su hermosa arena dorada, pero que ha sido creada artificialmente. Gracias a una barrera rocosa, el mar es muy tranquilo y, por esta razón, la playa se adapta perfectamente a la estancia de familias con niños.
En la costa norte de Madeira, cerca del gracioso pueblo de Porto da Cruz, hay una playa de arena negra, Praia da Lagoa, que se ha convertido en una localidad muy perseguida por los turistas en los últimos años.
En general, todas las playas que se encuentran en la parte norte se caracterizan por aguas más agitadas, con continuas olas. Estas localidades son adecuadas para los nadadores más experimentados y los viajeros que buscan privacidad.
La fuerza del mar en esta costa también ha dado forma durante los años a la misma conformación de las playas. Si al principio muchas de éstas eran playas rocosas, hoy en día, después de un proceso de erosión sufrido a lo largo de los siglos, son playas de arena oscura.
Se trata de un oasis asombroso, caracterizado por un conjunto de rocas de origen volcánico. Este conjunto rocoso ha dado lugar a una serie de piscinas naturales, ya que las rocas de lava han creado una zona estancada donde las aguas son cálidas y quedan protegidas de las olas del Océano Atlántico.
El complejo es muy bonito, con muchos restaurantes al lado del mar.
El mejor destino para los amantes de las playas de arena en el archipiélago de Madeira es sin duda Porto Santo, también llamada la isla de oro.
Es un pequeño islote que está a unos cincuenta kilómetros de Madeira. En Porto Santo hay una inmensa playa que se extiende a lo largo de la costa durante unos 8 kilómetros. A la isla se llega con una travesía por mar de dos horas y media o en veinte minutos de vuelo. Porto Santo está poblada de bares en la playa y es también un gran destino para pasar un par de noches.
A lo largo de los 100 kilómetros de costa de la isla, se suceden extensiones de arena negra volcánica, bahías doradas y costas de grandes piedras suaves, todas ellas bañadas por aguas cristalinas y cálidas, donde se pueden pasar relajantes días en el mar y admirar impresionantes puestas de sol.